Extraída del libro “¡Aquí me quedo!”, escrito por la profesora Marta Freytes de Vilanova. Villa General Belgrano posee una breve pero significativa historia, en donde conviven armónicamente los elementos que estructuran su identidad y hacen que la Villa sea "algo distinto."
Originalmente, el pueblo era conocido como Colonia Paraje "El Sauce". Desde sus orígenes hasta mediados del Siglo XVIII, incluyendo el asentamiento de la cultura aborigen de los Comechingones, el proceso de la conquista, la presencia de los jesuitas, y la formación y desarrollo de Los Reartes. En este período se plasma el perfil del hombre criollo "un hombre silencioso sin resentimientos, alegre sin énfasis, hospitalario sin el cálculo del trueque, naturalmente pródigo, humanamente solidario y con una callada dignidad".
Desde 1890 a 1931 en donde el asentamiento de los europeos en la zona es la consecuencia de una política común a todo nuestro país: se busca al extranjero para concretar el modelo agro exportador. Los inmigrantes que concurrieron en esa época fueron españoles, italianos, algunos franceses y alemanes.
Desde 1932 a 1937 se observa que el asentamiento responde a una pronunciada corriente inmigratoria centroeuropea (alemanes, suizos, húngaros, checoslovacos y austríacos), gente de habla alemana que viene huyendo del hambre, de la guerra y de las persecuciones ideológicas. Llegan a nuestro pueblo, en muchos casos, atraídos por el proyecto que lanzan quienes son considerados los fundadores: Paul Friedrich Heintze y Jorge Kappuhn.
Ellos visualizan la posibilidad de crear en la zona una colonia agrícolo-ganadera autoabastecida, donde los hombres recurrieran al trueque de lo que produjeran, una colonia que funcionara, quizás, como una cooperativa a la manera germana. Bajo estas circunstancias se inicia el proceso de transculturación, una socialización benevolente del inmigrante que aprendió el idioma y adaptó usos y costumbres criollas y una adaptación paulatina del criollo a las exigencias de la vida ordenada y productiva del extranjero.
Como consecuencia de la crisis y fracaso del modelo, las familias que ya sabían del valor de la confraternidad y la solidaridad, dan lugar al nacimiento de una nueva actividad para esa región: el turismo.
En esta época se da el cambio de nombre del pueblo, adoptándose el nombre de Villa General Belgrano en homenaje al creador de la bandera argentina. Esto tuvo como objetivo poner fin a los desencuentros y disputas entre alemanes y argentinos.
Cada temporada turística, la Villa ofrecía al visitante participar de celebraciones tradicionales europeas, como la Fiesta de la Cerveza, la Fiesta de la Masa Vienesa, la Fiesta del Chocolate Alpino, la Feria Navideña y el Carnaval Tirolés".
Es de advertir cómo los pioneros que forjaron la identidad, que no fue tan lineal ni simple, encontraron los canales que los conducían al logro de su bienestar personal. Al mismo tiempo, aprovechaban el manejo de los espacios públicos donde, se generaban las cosas que hacían al bien común, fortaleciendo en sus luchas diarias los valores del trabajo, la solidaridad, la honestidad, la creatividad, la tolerancia, la tenacidad, los deseos de superación y el respeto mutuo.
El libro que sirvió de fuente a esta reseña se titula "¡Aquí me quedo!”, Historia de Villa General Belgrano. Su autora es la profesora Marta Freytes de Vilanova. Este libro puede conseguirse en Villa General Belgrano en los siguientes comercios: + Librería "Los siete enanos" + Tienda de regalos “Graf Spee” + Die Treppee + Confitería "El Chocolate”